Momentos.
Muchas gracias Minerva por haberme incluido entre los que te gusta leer. Creo que aquí desde esta ventana que es Internet podemos aprender a valorar lo sencillo, pero entrañable de la vida.
La amistad.
Durante
la primera mitad de mi vida las cosas funcionaban de otra forma, quizá era más sencillo luchar y salir adelante, pero había menos medios.
La vida social, los amigos, se hacían en la calle, en el trabajo, en el día, a día.
En las clases modestas pasabas de niño a hombre, y las mujeres salían del seno Materno para ir a la vicaría, todo era brusco, sin muchas contemplaciones y sin la oportunidad de dar marcha atrás.
Aprendí a ser hombre en frio.
Ala fuerza.
Un servidor se pasó bastante tiempo en tener bastante, de lo que carecía.
Estudie y trabajé al tiempo que el sacrificio, acompañado de los sabañones producidos por el frío de aquellos duros inviernos que además de lacerar los pies y las manos contribuyeron a templar mi carácter.
Logré llegar a ser empresario, edificar un pequeño imperio, formar una familia, etc. Pero cometí el error de perderme ver crecer a mis hijos, de amar a mi Dueña todo lo que hubiera deseado.
Sacar a la familia adelante dentro de una burguesía prefabricada al gusto de aquellos años ochenta era nuestro objetivo.
Pero después de la tempestad viene la calma y este contador de cosas le tocó volver a empezar.
Primero un reciclaje profesional brutal, y como todo lo mío a todo trapo.
Hoy estoy enamorado de mi Dueña más que cuando empezamos…
Después vendría el descubrimiento de este medio en el que he conocido a los que
considero la prolongación de mi familia.
Princesas y Reyes, caminantes que llevo dentro de mi corazón y que en el día a día me hacen ser feliz.
Gracias
por este premio Minerva que guardaré en mi rincón, que aunque pequeñito a mi me resulta entrañable.